Con hojas de un viejo diario,
que encontró mientras caminaba,
el niño que lloraba, elaboro unas palomas,
algunas era blancas, otras grises,
pero todas en su cuerpo, tenían algo escrito.
Las tomaba entre sus manos,
como quien toma un recién nacido,
las soñaba surcando en cielo,
las soñaba cortando el aire,
pero todas y cada una,
de su mente un mensaje recogían,
que en sus alas imprimían.
Y en su vuelo fantasioso,
al viento las lanzaban,
y al niño permitían,
encontrar un finísimo hilo,
que lo una con su madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario