martes, 7 de diciembre de 2010

Capitulo ONE punto UNO


Cuando la crisis toco la oficina, se presentaron distintas situaciones tanto a nivel laboral como a nivel de interrelaciones personales; el día que al guatón Paolo se le ocurrió traer binoculares para saciar sus conocidas dotes de boyerista, fue el punto exacto para que todos nosotros hiciéramos nuestras primeras incursiones en las vidas de los habitantes de los departamentos de enfrente y los diversos edificios de oficinas, que a través de nuestras ventanas pudiesen ser intruseadas.

Fue así que una de esas tantas mañanas descubrimos que a la señora del piso 14 le gustaba desplazarse diariamente de su habitación hacia el baño cubierta tan solo de una blanquida toalla que envolvía su larga cabellera, y posteriormente pasearse de la misma manera luego de una reponedora ducha mientras maquillaba su tes clara y peinaba su lánguida cabellera. Los siguientes días la reunión en torno a nuestro obeso compañero de labores era ya casi obligatoria, y ante la larga demanda por el dichoso aparato larga vistas en los primeros días, se dio paso a la llegada de objetos similares traídos por los distintos curiosos que pocos a poco fueron dispersándose y posesionándose en las diversas ventanas que tuviesen a la vista al dichoso departamento.
Era todo un acontecimiento que hacia que la falta de trabajo fuese un poco mas llevadera, por lo menos los primeros días ya que al pasar los días, la rutina que nuestra observada tenía, hizo que el mirarla, se tornase aburrida, hasta que pasado un par de semanas, el espectáculo iba careciendo de espectadores. Tan solo el guatón Paolo era fiel al espectáculo que en su debido minuto el había hecho publico. Es así que pasaban los días y de una manera casi rutinaria, a eso de las 10 de la mañana, se veía a Paolo, ver a través de la ventana, a la musa que alegraba sus mañanas.

Yo tan solo miraba y te veía pasar, de norte a sur cruzando la vereda.

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